Narraciones del recorrido que realizo vía terrestre por el Centro y una parte del Sur de América, con el objetivo de llegar a Colombia, a participar en el Tercer Encuentro de Periodistas con Visión de Género.

martes, 24 de noviembre de 2009

Me metí en Honduras y en aprietos.

Con 24 horas de atraso en el programa mi viaje original, salí de Guatemala y entre… no a “guatepeor”, pero sí a Honduras, con hache mayúscula y minúscula, porque también es verdad que ahora estoy en un dilema.

Es que por fin en la mañana conseguí una línea de buses seguros, más cómodos y con los destinos que necesito. Puedo decir que ahora sí viaje en condiciones ya más dignas, de hecho la compañía de buses se traslada con una patrulla de escolta, lo que garantiza la seguridad de todos los pasajeros, yo además hice amistad con una chica que me contó algunas de anécdotas muy interesantes, se llama Ely y es originaria de San Pedro Sula.


Bueno, pues mi dilema es el siguiente destino. Ya omitir a El Salvador de mi ruta fue una decisión forzosa, pero también es cierto que el tiempo se me escapa.

Hoy, por ejemplo, llegué cerca de la media noche a Tegucigalpa para encontrarme con mi colega Nusly Carías, quien también es miembro de la Red Internacional de Periodistas con visión de Género, pero de alguna manera la comunicación falló, al grado que no fue posible que coincidiéramos.

El plan era quedarme a dormir en su casa, pero por hoy no se pudo, así que me hospedé en un hotel muy lindo, rodeado por bares y restaurantes donde se percibe muy buen ambiente y yo, en vez de estar allí dedico mi tiempo a escribir, pero también a darle muchas vueltas al inevitable ajuste de mi itinerario.

La verdad es que esta experiencia está resultando más difícil de lo que esperaba y estoy entrando en una crisis de fe, también antes de lo que presumí que pudiera suceder.



Solo por decir algo amable esta vez voy a resaltar que me quedé enamorada de Santa Rosa de Copán, la ciudad fronteriza por la que entré al dejar Guatemala, porque su aspecto parece sacado de pinturas o películas clásicas, es un pueblito de callejuelas empedradas, mulas de carga y construcciones muy coloniales.

Algo que también me dio oxígeno fue acercarme a la embajada de México en Guatemala antes de irme, pues aunque estaba cerrada, el hecho de ver mi bandera y mi escudo nacional me hizo recordar lo grande de mi patria y mis paisanos. Ahora estoy convencida de no hay en el mundo gente como la nuestra y que mi país es el mejor lugar del mundo para vivir.

1 comentario:

  1. Animo, no desesperes, que cuando una puerta se cierra es porque alguna otra se abrirá.

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