Narraciones del recorrido que realizo vía terrestre por el Centro y una parte del Sur de América, con el objetivo de llegar a Colombia, a participar en el Tercer Encuentro de Periodistas con Visión de Género.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Mi descubrimiento de Sudamérica

Hace dos años, cuando asistí al encuentro en Oviedo, España y decidí narrar mis crónicas a distancia, entre todas las confusiones que muchas veces me rodean tenía, igual que esta vez, la certeza de que no viajé en plan turístico. Mi interés no es justamente ir a los principales atractivos de cada ciudad que visite, sino hallar experiencias, gente, situaciones diferentes y vivir, que es algo más proactivo que el conocimiento académico.
En este recorrido que inició en la frontera sur de México, que comparada con la norte, donde yo vivo, ya es en sí sola una historia aparte por los contrastes que lo hacen parecer un país distinto, tuve la oportunidad de pasar muy poco tiempo en las ciudades y de aprovecharlo al máximo para llegar sus corazones.
Bogotá no es la excepción, porque hasta ahora estuve limitada a su imagen turística, pero ya pude conocer algo más de su riqueza interior, la que yo encuentro en su gente buena y en sus paisajes urbanos. Me gustan las zonas donde las personas se mueven rápidamente a hacer su vida cotidiana y sin darse cuenta ni apreciarlo son parte de ese espejo cultural.
El descubrimiento fue fortuito y es que hoy durante el receso de la comida intentamos visitar el Museo Del Oro algunas compañeras de la delegación Tamaulipas, presentes en el encuentro de la Red Internacional, pero a Rossy Rodríguez Quintanilla, la coordinadora estatal, se le extravió su computadora portátil porque la olvidó en un lugar. Entonces al bajar del taxi nos dimos cuenta de eso y nos movimos hacia una cabina telefónica para hacer llamadas a las compañeras responsables de la logística y pedirles que la buscaran porque ahí ella lleva invertidos dos años de la tesina que va a presentar para graduarse de una maestría. Como no tuvimos una respuesta satisfactoria preferimos volver hacia la universidad Javeriana a buscarla personalmente, pero era una hora pico para el tráfico y los taxis iban llenos, por eso en la desesperación por ir a prisa le sugerí a Rossy subirnos al colectivo y así lo hicimos, lo peculiar y no sé por qué me pasa, es que al mirar desde el microbús la ciudad me pareció más estética, más atractiva y al recuperar el ordenador definitivamente, mucho más divertida.
Bueno y finalmente no conocimos el museo por hoy, pero estoy satisfecha por mi descubrimiento de Sudamérica.

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